jueves, abril 10, 2008

El diario de un profesor de música



Ha pasado mas de una decada ya desde la primera vez que acepté a alguien como alumno en la sala de mi casita en Surco, un distrito bastante bonito de mi Lima, de mi Perú; y al cabo de todo este tiempo siento que debo hacer una reflexión.


Debo admitir que las primeras personas que pasaron por mis manos no recibieron lo mejor de mi, que siempre pude ser mas grato, menos severo, mas amigo. Basaba la defensa de mis métodos en los éxitos de mis alumnos en sus exámenes de admisión al Conservatorio, sin embargo ahora veo que esa logica de juventud era algo asi como la frase "el fin justifica los medios" y eso no es un proceder muy Cristiano que digamos.


De un tiempo aquí me dedique a revisar una vez mas los Evangelios para ver cual era la metodología de Jesús al dirigirse a las personas, y entendí que él les hablaba en su lenguaje, sin necesidad por ello de ser vulgar o chabacano. Gran amor y ternura por cada oyente de su enseñanza, y paciencia con los suyos, a quienes les daba "clases extra" aparte para terminar de explicarles alguna que otra cosa que no les hubiera quedado clara.


Ahora entiendo, ser firme no tiene nada que ver con alzar la voz. Ser exigente no tiene nada que ver con lograr que tu alumno baje la cabeza avergonzado. Ahora entiendo que hay cosas que no me están reservadas a mi para decir o enseñar, hay cosas que Dios le irá mostrando a las personas a través de las situaciones que se le presentan.


Dios me ha enseñado que siempre se puede intentar otra vez lograr aquello que pensabamos estaba perdido. Dios me ha enseñado a través de mis alumnos que si no les amo realmente no hay forma en que les enseña cosa buena alguna.


No siento que sea ahora un profesor perfecto, y esto lo reconozco por que cada vez que veo uno siento una gran admiración, y nadie admira algo que ve por propio y común, ¿verdad?


El profesor de esta foto es alguien que me inspira un tremendo amor por el otro, por el projimo. Si llego a pintar canas ojalá fuese la mitad de bueno que él. "No existe, es un personaje tomado de un film" pero podemos ser actores que le den vida siempre que alguien que nos pregunte algo reciba de nosotros una respuesta afectuosa, y un firme deseo de mostrar nuestras ganas de dar.
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